Por: Gunter Lorenzo, M.A. Psicólogo Clínico
Cuando una persona experimenta el impacto devastador de una tormenta y sufre la pérdida de sus bienes materiales, es común que se vea afectada psicológicamente de diversas maneras. En primer lugar, la sensación de vulnerabilidad y desamparo que surge de enfrentar un evento natural tan destructivo puede generar altos niveles de estrés, ansiedad y miedo en la persona afectada. La pérdida de pertenencias materiales, que muchas veces representan no solo objetos físicos, sino también recuerdos y emociones asociadas, puede provocar un profundo sentimiento de pérdida y desesperanza.
Además, la incertidumbre sobre el futuro y la dificultad para recuperarse económicamente de los daños causados por la tormenta pueden generar un estado de angustia constante en la persona afectada. La sensación de haber perdido el control sobre su entorno y su vida puede llevar a sentimientos de impotencia y desesperación, dificultando la capacidad de la persona para afrontar la situación de manera efectiva. La falta de recursos y apoyo adecuado para la reconstrucción después de la tormenta puede agravar aún más el impacto psicológico de la pérdida.
Por último, la experiencia traumática de haber pasado por una tormenta y haber perdido bienes puede dejar secuelas emocionales duraderas en la persona afectada. Sentimientos de tristeza, ira, culpa o incluso depresión pueden manifestarse a raíz de la pérdida sufrida, afectando la salud mental y el bienestar emocional de la persona. Es fundamental brindar apoyo psicológico y emocional a quienes han vivido esta experiencia, para ayudarles a procesar el duelo, recuperar la esperanza y reconstruir sus vidas de manera resiliente.
