La República Dominicana, ubicada en una región propensa a huracanes y otros fenómenos atmosféricos adversos, enfrenta un desafío constante debido a la vulnerabilidad de su economía frente a estos eventos. Los huracanes, tormentas tropicales y sequías no solo afectan directamente a las comunidades, sino que también tienen un impacto significativo en varios sectores económicos clave del país. Cada año, las pérdidas en la República Dominicana podrían elevarse a US$345 millones, según el perfil nacional de riesgo catastrófico (CDRP por sus siglas en inglés) elaborado por el Banco Mundial.
La agricultura es uno de los sectores más afectados por estos eventos. Los huracanes y tormentas tropicales pueden destruir cultivos enteros, provocando pérdidas millonarias y afectando la seguridad alimentaria. La sequía, por otro lado, reduce la productividad agrícola, impactando tanto a pequeños agricultores como a grandes explotaciones. El turismo, una de las principales fuentes de ingresos del país, también sufre las consecuencias de estos fenómenos. Los huracanes y tormentas pueden causar daños significativos a la infraestructura turística, incluyendo hoteles, aeropuertos y carreteras, lo que reduce la afluencia de turistas y afecta la economía local.
Además, los eventos atmosféricos extremos causan daños a la infraestructura, incluyendo viviendas, escuelas, hospitales y carreteras. La reconstrucción y reparación de estas infraestructuras requiere una inversión considerable, desviando recursos de otras áreas esenciales del desarrollo nacional. La infraestructura energética también es vulnerable, y los daños a plantas de generación y líneas de transmisión pueden provocar cortes prolongados de energía, afectando a empresas y hogares. Estas pérdidas afectan el PIB del país, reduciendo el crecimiento económico y aumentando la pobreza y la desigualdad. La respuesta y recuperación de los desastres naturales a menudo requiere un aumento significativo del gasto público.
Para enfrentar estos desafíos, es crucial implementar medidas de mitigación y adaptación que reduzcan la vulnerabilidad de la economía dominicana. En marzo de este año, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe aprobó un préstamo de US$200 millones para fomentar acciones climáticas y la resiliencia frente a los impactos del cambio climático. Mejorar la calidad de la infraestructura para que pueda resistir mejor los fenómenos naturales es una necesidad imperativa. También es vital crear mecanismos de seguros que protejan a los agricultores contra las pérdidas causadas por eventos climáticos adversos. Finalmente, la educación y concientización sobre la gestión de riesgos y la importancia de la preparación ante desastres juegan un papel crucial en la mitigación de los impactos económicos.
La República Dominicana debe adoptar un enfoque integral y proactivo para mitigar los impactos económicos de los eventos atmosféricos adversos. La combinación de inversión en infraestructura resiliente, políticas públicas efectivas y la cooperación entre el sector público y privado será clave para garantizar un desarrollo sostenible y resistente frente a los desafíos climáticos.
Fuente: Redaccion AM